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LA MÁGIA DEL CHAL

“No hay mejor manera de conocer el buen gusto de una dama que observar su colección de chales y su manera de usarlos.”

(Revista de prestigio para damas del siglo XIX).


El chal es el más acogedor, misterioso y al mismo tipo atrayente detalle de la vestimenta de las mujeres. En muchos pueblos (alemanes, franceses, ingleses, rusos, etc) la palabra chal suena muy similar, dado que se tomó prestado del persa (shâl). El chal, que cubre con pudor y a la vez enfatiza los encantos, calienta el cuerpo femenino y enciende el alma masculina. Ya sea de encaje o cálido, delicado o llamativo, colorido o liso, el chal fue y será una de las prendas más elegantes que pueda lucir una dama.




Painting of Josephine Bonaparte by Andrea Appiani.

1808

Josefina primera esposa de Napoleón Bonaparte. Para cubrir los grandes escotes se impuso el uso del chal.


La moda del chal se introdujo en Europa después de la campaña egipcia de Napoleón Bonaparte, que trajo a su querida esposa Josefina una gran cantidad de regalos orientales. Entre los muchos tesoros se encontraban los chales o mantones de cachemira. La esposa del emperador introdujo inmediatamente la prenda en su vida cotidiana, y gracias a su influencia el chal se convirtió en parte imprescindible de los armarios aristocráticos franceses, rápidamente extendiéndose por toda Europa. Fueron Josefina y su círculo más íntimo los que patrocinaron al talentoso sastre Leroy, quien comenzó a vestir a toda la corte imperial y fue considerado el creador de la nueva moda de estilo Imperio. Sin embargo estos trajes, debido a su atractiva claridad y sutileza, eran muy fríos, y el clima de París era muy diferente del de la Grecia clásica.




Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson (1767/1824)



Los médicos le rogaron que prohibiera esa moda, sugiriendo a las damas que fueran al cementerio de Pere Lachaise y vieran cuantas modas superfluas provocaron la muerte por causa de un resfriado. Sin embargo las mujeres, que no querían desprenderse de sus seductores atavíos, resolvieron el problema de manera muy simple, chales calientes. Un simple vestido estilo Imperio quedaba realzado con un llamativo chal. Se encontraron el uno al otro, un vestido que recuerda la Grecia clásica y un chal que lo complementa.


Los chales eran de todas formas y tamaños: largos, cuadrados, hasta octogonales. El arte de drapear los chales fue especialmente apreciado. A las mujeres de esa época se les decía a menudo que estaban “bien cubiertas” o “bien vestidas”. El chal era tan popular que a principios del siglo XIX hubo un baile llamado “paso de chal”, así las chicas mostraban su gracia y buena postura.



René-Théodore Berthon (French, 1776-1859), Portrait of Princess Pauline Borghèse and the Baroness de Mathiesse, c. 1810

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